Rosalía Sismonda nace en Turín el 21 de enero de 1864 en una familia acomodada. Es sobrina, por parte de padre, del párroco de Sciolze, en la provincia de Turín, Padre Stefano Sismonda.
De salud muy fragil, culta, aún no habiendo realizado muchos estudios, es muy hábil en el dibujo, en la pintura y en el bordado.
Durante toda su vida Rosalía siente una exaltación particular por la palabra de Dios. Escucha los sermones con gran atención y, algunas veces, se acerca al sacerdote para pedir aclaraciones sobre la homilía.
Queda particularmente sorprendida por los sermones del Padre Clemente Marchisio. Oración, meditación y reflexión sobre los sermones del beato Marchisio tienen en ella un gran ascendiente y la llevan a desear intensamente abrazar lavida religiosa. Confía su deseo al Padre Clemente, que tiene una gran estima de Rosalía. Se convertirá en su brazo derecho.
El 12 de noviembre de 1875, en una pequeña casa de Rivalba, cuatro muchachas hacen votos privados sin vestir un hábito particular, dando así origen, bajo la guía de su párroco, a la futura Congregación de las Hijas de San José.
Mientras tanto, Rosalía expresa a sus padres su deseo de entrar en el monasterio de las Clarisas de Turín. El padre no le da su permiso. Su madre le aconseja que hable con el Padre Felice Carpignano, amigo del párroco de Sciolze y de Padre Marchisio. Y será justo el padre Felice quien le sugiera que entre en la Obra de Padre Clemente.
Es el 7 de agosto de 1876 cuando la joven Rosalía de treinta y un años llega a Rivalba, el día de la fiesta de San Cayetano Thiene, llamado el santo de la Providencia. Al fundador no le pasa inadvertida esta coincidencia y quiere que San Cayetano sea uno de los santos protectores del Instituto. Rosalía quiere ser un ejemplo para todas y se somete, aún habiedo sido designada como guía y maestra de la pequeña comunidad, a los trabajos más humildes y duros.
Sencilla y desenvuelta, premurosa y comprensiva. Estas son las características que la distinguen y por las que suscita estima y afecto. Es Rosalía, cofundadora de la Obra, la que confecciona el primer hábito religioso de las Hijas de San José.
Regresa a Turín destinada a la Obra que se abría en la ciudad. Ella está contenta de este traslado por dos motivos. Ante todo porque había nacido allí y además porque se acerca a su padre.
Su vida religiosa, en Turín, transcurre como en Rivalba: en la oración, en el trabajo, en el silencio.
El 1 de septiembre de 1891 el Padre Clemente acompaña a sor Rosalía a Venecia, porque ha sido elegida Guardiana de la nueva casa. Recibirá también los elogios de San Pío X, que al respecto dice: “Beatos nosotros si todas las religiosas fueran como las Hijas de San José”.
Hacia comienzos de diciembre de 1903, de nuevo en Rivalba, se da cuenta de que cada vez está más débil y se ve obligada a guardar cama.